viernes, 3 de octubre de 2008

Scriptum scriptum est


Es celebre la afirmación de José Pablo Feinmann respecto a que "en Argentina no hay pelotudo que no tenga un blog". Es muy acertado y de hecho me incluyo en esa categoría.

Sin embargo no es mucho menos cierto que hay otros rubros en los cuales cualquier pelotudo puede incursionar: tener rating, convocar público o escribir un libro. En los últimos meses hemos asistido a una catarata de ediciones de libros escritos por nuestra farandula. Podriamos llenar una biblioteca, como la de Alejandría pero siome.

La lista incluye best sellers como el del hermano de Alejandra Stamateas, Bernardo "Resultados Extraordinarios" desde el corazón de Caballito en José Bonifacio. Tambien han contribuido a las letras locales Belén Francese con su "Pequeña Belen ilustrada", plagada de arrimas: hueca-eca. Roberto Piazza se confiesa en "Corte y Confesion", sorpresa sorpresa, parece que es gay. Ari Paluch ofrece "Combustible espiritual", si este ofrece combustible que esperamos para volver a comprarle hidrocarburos a Bolivia; y finalmente Iliana Calabro nos deleito con el best seller del verano "Iliana te canta", gracias paso, prefiero a la Piaf.

Como vemos la mayoría de estos libros deberían ubicarse en el anaquel de autoayuda. El negocio del siglo XXI, las ganancias serian directamente proporcionales a la locura, soledad, ansiedad y pánico en que vivimos. La velocidad es ley, no miramos televisión, hacemos zapping. No leemos la Biblia, el Coran o la Cabalá, leemos breviarios, compendios finamente armaditos con ilustraciones de Maitena.

Agreguemos más estantes a la biblioteca, corramos a Borges, Cortazar y Sabato. Los libros de Romero y Halperin Donghi, ¿para qué?. Lanata y Felipe Pigna, ya fueron. Hagamos espacio en la pared que el libro de Carmen Barbieri es XL.

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