miércoles, 8 de octubre de 2008

Hasta siempre comandante!


El día 9 de octubre de 1967 por la mañana el gobierno de Bolivia anunció que Ernesto Che Guevara había muerto en combate el día anterior. Desde Paris en noviembre del mismo año Ernesto Sabato escribia las siguientes líneas a modo de homenaje:

"Ernesto Guevara no ha muerto por una simple elevación del nivel de vida material de los pueblos miserables. Para mi y creo que para muchos, en realidad para millones de hombres y sobretodo de muchachos que han llorado por su fin, murió por un ideal infinitamente mas valioso, por el ideal de un Nuevo Hombre. Lo que supone, claro, la lucha contra la misera de los pueblos oprimidos; pero que en última y hasta quiza en primera instancia implica una nueva forma de convivencia, una Comunidad en que no solo los bienes materiales esten asegurados para todos los seres humanos, sino una Comunidad que sea precisamente eso: una comunión, un entrañable vínculo de hombres libres, una colaboración de personas dignas. No un conglomerado de máquinas y seres numerados. No una nueva sociedad que, aunque precedida de una cruenta revolución, termine por ofrecernos una especie de Norteamérica al reves, sin la hegemonia de los trust capitalistas pero dominada por los instrumentos todopoderosos de una dictadura burocrática, tan deshumanizadora como aquellos. En suma, pienso que combatió y murió por una convivencia en que los hombres sean verdaderos seres humanos, con la altísima dignidad que les corresponde, rescatados por fin no solo de la alienación económica provocada por regímenes explotadores, sino también de esa otra alienación, más sutil y tremenda, porque es capaz de perdurar mas allá de una equivocada revolución social que es la alienación científica, la que está conduciendo el mundo a una monstruosa maquinaria de robots. [...]

El lunes siguiente la revista Times escribió: Informamos de la captura de Guevara, los dirigentes reunidos en La Paz discutieron qué debia hacerse con él, hasta que partió para Higueras la orden de ejecutarlo. Fue abatido dos horas mas tarde."

Asi concluyó la vida del comandante Guevara. Indefenso, despues de sufrir interminables horas con muchas balas en su cuerpo enfermo, sin médico, con el asma que agravaba de modo insoportable su dolor. Hubo un latinoamericano suficientemente cobarde para acercarse hasta ese cuerpo doliente, con el suficiente coraje para sacar su pistola delante de sus ojos, dirigirla al corazón y disparar ese balazo miserablemente histórico.

Nunca sabremos ya lo que dijo Ernesto Guevara en esos momentos, pero podemos imaginar que su mirada fue muy triste. No por su esperada muerte sino por serle dada de tal modo y por un boliviano; no por un ranger de los Estados Unidos sino por alguien que de algún modo era su propio hermano. No, no era por su esperada muerte, que él mismo había previsto en su último mensaje. No, no podía ser tristeza por su muerte, esa muerte propia de que habló un poeta, la misma que tuvo Saint -Exupéry en su vuelo hacia lo desconocido. ¡Qué muerte mas hermosa para una vida tan conmovedora! Muerte que servirá de bandera y que levantará el animo de los vacilantes, como lo prueban las palabras de Debray, al conocerla: Soy culpable del delito de intención, pues habría querido luchar en medio de ellos, habría deseado morir al lado de Guevara.

Bandera y símbolo para esos millones de condenados del mundo de que habla la canción de los desposeídos, esperanza y símbolo donde quiera que haya hombres que sufran por la pobreza, la humillación y la ofensa de los poderosos. Inmortal símbolo del coraje, amor, generosidad, justicia y dignidad para la criatura humana".

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