martes, 11 de noviembre de 2008

Pamplinas


Será la altura del año, la crisis financiera y económica mundial o simplemente el estres propio del ritmo de vida que llevamos. Sea cual fuere el responsable, lo cierto es que el mal humor y la agresividad son sintomas propios de los tiempos que corren. ¿Por qué hay tanta agresividad en la calle? ¿Por qué la gente esta tan enojada? Lo vemos en actitudes cotidianas, gente que se grita desde los autos o a los peatones, vecinos que increpan a otros por ser ruidosos, porque el perro hizo una cochinada en la vereda o simplemente porque la cara no es de su agrado.

Lo vemos tambien en los medios y en la tv, peleas en el programa de Tinelli, Canosa vs. Rial, el clásico mal humor de Sofovich o el tanque de Carmen Barbieri arrasando con todo a su paso. Si hasta el maravilloso Dr House es un cabrón de aquellos.

El malhumor se está alejando de ser una mera reacción para acercarse a un padecimiento con fundamento orgánico, más cercano a la depresión que al mal carácter dicen los especialistas."El malhumor, cuando se prolonga en el tiempo, se vuelve un padecimiento muy complejo. Deja de ser una simple reacción superflua ante un hecho puntual para convertirse en un malestar crónico que afecta la vida de quien lo padece en varios sentidos: le impide disfrutar de cualquier situación agradable o estímulo placentero, afecta su salud y deteriora sus relaciones interpersonales", dijo al diario Clarín Elías Norberto Abdala, psiquiatra especializado en psiconeuroendocrinología.

El psiquiatra Eduardo Kalina coincide. "El malhumor es producto de una alteración de la química cerebral que repercute en el carácter. Para ser más claros: a quien lo sufre le falta combustible para tener buen humor. Por eso los tratamientos con fármacos y psicoterapias resultan muy eficaces", explica. Una de las características principales de quienes sufren este problema es su incapacidad de obtener placer (anhedonia).

Pero la cosa no acaba ahí, porque muy pronto la "víctima" convierte a su entorno en victimario: quien desparrama malestar contamina el ambiente y la gente empieza a alejarse. "El malhumorado se termina quedando solo, porque nadie quiere contagiarse el bajón. Además, porque nunca se sabe cómo va a reaccionar; su temperamento se torna irascible y agresivo y genera peleas y discusiones constantes". Ya en los '80 Raul Portal había lanzado la cruzada contra los caraculicos y cantaba a los cuatro vientos "apaguen el tiramerdis".

Disfrutemos de las bellezas del mundo, los "dos viejos gruñones" son graciosos en el cine, en la vida real serían los clásicos viejos de mierda. Seamos mas tolerantes, pongamonos en el lugar del otro y recordemos que el projimo es el próximo. Como afirma Friedrich Schiller en su Oda a la Alegria: ¡Oh amigos, dejemos esos tonos! ¡Entonemos cantos más agradables y llenos de alegría! ¡Alegría, hermoso destello de los dioses, hija del Elíseo! ¡Ebrios de entusiasmo entramos, diosa celestial, en tu santuario! Tu hechizo une de nuevo lo que la acerba costumbre había separado; todos los hombres vuelven a ser hermanos allí donde tu suave ala se posa.

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