sábado, 18 de abril de 2009

Las balsas de Miami a la Habana, si el Norte fuera el Sur


La Cumbre de las Américas es una reunión de jefes de estado auspiciada por la OEA y celebrada en alguna ciudad del continente con el objetivo de formar una estrategia común para resolver los problemas de la región. Participan en el evento las 34 naciones americanas a excepción de Cuba, la cual ha sido expulsada en 1962 debido al no reconocimiento del gobierno revolucionario por parte de esta organización.
Aunque el proceso de participación es esencialmente protocolario y se abordan múltiples temas, desde la primera reunión celebrada en Miami las discusiones se han concentrado en la formación de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Sin embargo los tiempos han cambiado, el repudio al ALCA es generalizado y hoy la agenda la maneja América Latina al instalar el tema de Cuba como prioritario.
El presidente nicaragüense Daniel Ortega comenzó su discurso con una fuerte crítica por la ausencia de Cuba y Puerto Rico. “Siento vergüenza de estar participando en esta cumbre, que me niego a llamarla cumbre de las Américas”. Pero el nicaragüense no se lanzó contra Obama. Recordó que sólo tenía unos meses cuando Washington intentó invadir Cuba, en 1961. Obama le respondió el gesto minutos después en su discurso. “No podemos permitir ser prisionero de desacuerdos del pasado”, antes de agradecerle abiertamente por no culparlo por decisiones que se tomaron hace décadas.
En tanto se esperaba que CFK hiciera mención a la situación de Cuba porque sería la primera en hablar de los mandatarios de la región que meses antes, reunidos en Brasil, habían incorporado a la isla al Grupo de Río y habían reclamado el levantamiento del bloqueo. Además, Lula y el venezolano Hugo Chávez habían advertido que era un tema que no se podría saltear en esta cumbre. Como es su costumbre, la Presidenta no leyó su discurso. Cada vez que habló de Cuba la llamó “la hermana República”. Cuando pidió el levantamiento del embargo fue la única vez que se escucharon aplausos. Con todo, enseguida reconoció el anuncio realizado esta semana por Obama respecto de la situación de la isla que levantó las restricciones para viajar a Cuba y enviar remesas. “Creemos que a partir de escuchar inclusive a la hermana República de Cuba manifestar su apertura total para hablar con Estados Unidos acerca de todas las cuestiones, como derechos humanos, presos políticos, etcétera, estamos sinceramente en las Américas ante una segunda oportunidad de construir una nueva relación. No la dejemos escapar”.
Obama no habló en concreto del bloqueo, pero aceptó que estaba dispuesto a “un nuevo comienzo” en la relación entre los Estados Unidos y Cuba.
A Cristina Kirchner le tocó el discurso que inauguró la sesión ayer por la tarde, dado que Argentina fue sede de la anterior cumbre americana, en 2005, en Mar del Plata. Justamente, la Presidenta comenzó recordando aquel encuentro en el que George Bush fracasó en su intento de imponer el ALCA como “un punto de inflexión en las relaciones del continente”. “Muchas veces desde los Estados Unidos se concebía la relación con nuestros países como una forma de subordinación, acrítica a toda propuesta que se nos hiciera”.
Mencionó como hechos emblemáticos de esa época la expulsión de Cuba de la OEA, en 1962, al invocarse el principio de unidad hemisférica consagrado en el TIAR, el Tratado de Asistencia Recíproca que, recordó, no se aplicó cuando Inglaterra atacó a la Argentina durante la guerra de Malvinas. En cada afirmación, la Presidenta aclaraba que no hablaba con ánimo de confrontar o de abrir una polémica.
En su discurso, la Presidenta mencionó dos veces directamente a Obama. “Quiero decirle al presidente Obama, de los Estados Unidos, que de ninguna manera esto significa un reproche hacia él. En absoluto, él no fue responsable ni del Consenso de Washington ni de aquel mundo, ni de aquel mundo bipolar, ni de las injusticias que sufrimos muchísimos ciudadanos americanos. Al contrario, tal vez él también fronteras adentro de su propio país haya sentido pisoteados sus derechos civiles, económicos o políticos por el color de su piel”.
Otro que no podia dejar de decir algo fue Hugo Chavez, el venezolano sorprendió al saludar a Obama. “Quiero ser tu amigo”, le dijo. En su discurso, el norteamericano aseguró que, en relación a Cuba, “hay medidas cruciales que podemos tomar de cara a un nuevo día”. En este sentido EEUU enfrentó las críticas: Hillary Clinton, saludó la decisión de Raúl Castro de abrir una agenda de diálogo sin tabúes. “Seguimos buscando vías más eficientes para avanzar, porque el presidente Obama y todo su gobierno vimos que la política actual hacia Cuba ha fracasado”, sentenció la funcionaria desde Santo Domingo, la última parada en su gira caribeña antes de partir a Trinidad y Tobago. Abrazando el mismo espíritu conciliador y en un último esfuerzo por limar asperezas antes del encuentro de presidentes, el secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, prometió pedir en la próxima Asamblea General la derogación de la resolución de 1962, que selló la expulsión a la isla de la institución panamericana: “Es una resolución obsoleta. Naturalmente puede haber otros obstáculos, otras dificultades, pero esa resolución no sirve para enfrentar esas dificultades. En mi opinión, la OEA debería eliminar esa resolución, que es un residuo de la Guerra Fría”.
No caben dudas de que las palabras que pronunció el presidente cubano el jueves en la cumbre del ALBA, en Venezuela, terminaron de bajar la tensión que provocaron los reclamos del gobierno estadounidense y las duras réplicas de Fidel Castro desde sus editoriales en esta última semana. “Hemos avisado que estamos dispuestos a discutir todo: derechos humanos, libertad de prensa, presos políticos”, había anunciado el mandatario cubano, flanqueado por los presidentes de Venezuela y Bolivia, Hugo Chávez y Evo Morales. Ayer Clinton fue la designada para levantar el guante. “Percibimos los comentarios de Raúl Castro como una apertura muy bienvenida”.
Aunque Castro se mostró abierto a dialogar sobre todos esos temas, también pidió a priori gestos de la Casa Blanca. Advirtió que no aceptarán que los traten como una dictadura. “En los Estados Unidos hay un partido, un solo partido, estudien la historia de los dos (demócratas y republicanos), el proceder, la forma de actuar ante cada hecho. Lo que tienen es un sistema bien engrasado, una muy buena prensa”.
El norteamericano inicio con el pie derecho su presentación ante los colegas de la región, ya que entre otros gestos se escuchó una ovación que acompañó su ingreso al recinto donde se realizaron las sesiones a paso lento detrás del soldado que transportaba la bandera de su país. “Estados Unidos busca un nuevo comienzo con Cuba. Sé que tenemos por delante un largo camino para superar décadas de desconfianza, pero hay medidas cruciales que podemos tomar de cara a un nuevo día”, prometió Obama. “Seré claro: no estoy interesado en hablar por hablar, Pero sí ceo que podemos conducir las relaciones cubano estadounidenses hacia una nueva dirección”.
Obama prometió una política diferente hacia América latina. “Si bien Estados Unidos ha hecho mucho a favor de la paz y la prosperidad en el continente, a veces también nos hemos desentendido o hemos tratado de dictar nuestras condiciones. Les prometo que yo busco una alianza de iguales”, afirmo tomando distancia de los ocho años de Bush en los que la política hacia la región osciló entre la indiferencia y las iniciativas unilaterales impuestas.
Es paradójico que desde aquel 1994 en Miami, capital mundial del anticastrismo impulsor del bloqueo y las medidas más salvajes contra Cuba lleguemos a Puerto España y el replanteo de la política nortearteamericana a partir del reconocimiento de errores por parte de la Casablanca.

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