miércoles, 6 de octubre de 2010

El otro renunciamiento

A 10 años de la salida de Chacho Alvarez de la vicepresidencia del gobierno de la Alianza, el texto completo de su renuncia y el homenaje a un político honesto, idealista y necesario.


En primer lugar quiero agradecerles mucho a la gente que hoy vino a nuestra casa, que no la pudimos saludar porque no quise, no quisimos que se confunda esto con un acto político, y quiero transmitirles, los fundamentos de mi decisión. Presento mi renuncia indeclinable al cargo de vicepresidente de la Nación. Lo hago para poder decir con libertad lo que siento y lo que pienso. Y al mismo tiempo para no perjudicar al Presidente ni alterar la vida institucional. Sobre todo, en una etapa donde la mayoría de la gente, nuestra gente, sufre una situación difícil desde lo laboral y lo social, y la Argentina necesita confianza interna y externa para volver a crecer. Voy a seguir defendiendo el proyecto de la Alianza, y a nuestro Gobierno. Voy a seguir bregando por las cosas que les prometimos a la gente el 24 de octubre del año pasado. Quiero con este gesto, con mi renuncia, alejar las interpretaciones intermictas, o de lucha por el poder. He sido y soy leal al Presidente, y esto tiene que ir de la mano con la lealtad a mis convicciones, a la de mi fuerza política, y los compromisos con la ciudadanía que nos votó. De aquí que mi renuncia, les pido por favor, deben tomarla también como un acto de lealtad; no soy parte de ninguna pulseada por el poder, no me empuja ningún ánimo de debilitar la figura presidencial, siempre tuve presente, muy presente, que las expectativas de nuestro pueblo se centran en la figura de nuestro Presidente. Así lo entendí desde que fui nominado en la fórmula, y así lo sigo y seguiré entendiendo, y también sé que el cargo de vicepresidente no permite mayores desacuerdos en un tema tan sensible como el de los sobornos en el Senado. Y no renuncio a luchar, renuncio al cargo con el que me ha honrado la ciudadanía, fundé una fuerza nueva para, entre otras cosas, cambiar la forma de hacer política en este país, en nuestro país; estoy convencido de que estamos ante una crisis terminal de hacer política, en la relación entre el poder político y el poder económico, y del vínculo entre la política y la gente. Lo vengo sosteniendo, no es de ahora, sino de más de diez años, cuando me fui del Partido Justicialista. Parece paradójico y a la vez resulta cada vez más chocante, cuando más avanza la pobreza, la desocupación, el escepticismo y la apatía, desde no pocos lugares se responde con dinero negro, compra y venta de leyes, más pragmatismo y más protagonismo para quienes operan en la política como si fuera un gran negocio para pocos. Esta realidad no acepta medias tintas, no se puede tratar el cáncer con aspirinas, ni alcanzan los discursos que remiten a la acción de una Justicia, y muchos de los que deben investigar los actos de corrupción difícilmente podrían soportar una investigación a fondo sobre su patrimonio, de aquí que esta situación debe enfrentarse con una enorme cuota de decisión: o se está con lo viejo, que debe morir, o se lucha por lo nuevo, que esta crisis debe ayudar a alumbrar. Atravesamos tres crisis los argentinos, la crisis política social, la crisis moral y la crisis económica. Para combatir la primera he manifestado que los senadores que protagonizaron las decisiones de los últimos años del Senado debían renunciar; lejos de ello, han intentado la política del avestruz, se han atornillado a las bancas y a los cargos, y ahora seguramente se amparan, como ya lo señalaron políticamente algunos, en las decisiones del Presidente para decir que nada ha pasado. Confío en que mi renuncia contribuya a que tomen las decisiones que la sociedad y la gente espera, que se den cuenta de que deben hacer gestos, que aun en la decadencia nos acerque el nivel de dignidad que no tuvieron en el ejercicio de la función.
Nunca pretendí ocupar el lugar de la Justicia. No he culpado a nadie judicialmente, no es mi función. Eso sí: pedí gestos políticos contundentes, que den cuenta de lo que piensa, siente y demanda la mayoría de la gente. Muchos senadores creyeron que el conflicto se dirimía en términos personales; no quisieron darse cuenta de que su desprestigio es ante nuestros compatriotas. No se enfrentan conmigo, están enfrentados con la gente. Respeto las determinaciones del Presidente, sin embargo, no puedo acompañarlas pasivamente o en silencio, porque son contradictoriascon las decisiones que vengo reclamando en el Senado de la Nación. Sigo teniendo la convicción de que hacer gestos políticos fuertes es lo que está esperando la sociedad para resolver la crisis política.
Por último, nadie debe entender que esta renuncia significa abandonar mis compromisos y responsabilidades. Voy a seguir trabajando sin descanso por los valores y contenidos que fundaron la Alianza. Porque constituye esta garantía de cumplir con el contrato social y ético que establecimos con la mayoría de nuestro pueblo, el 24 de octubre de 1999. Muchas gracias.
(A continuación, Alvarez dejó el texto escrito e improvisó lo que sigue.)
Quiero decirles a todos mis compatriotas que no se necesita ser vicepresidente para luchar por una Argentina mejor. Para luchar por lo que hemos soñado, para luchar por lo que sentimos, les quiero decir a mucha gente, que me dijo o que me puede decir que no renuncie, que voy a seguir peleando por los mismos ideales que peleé en mi vida. Construir una Nación más autónoma, construir una sociedad más justa, más igualitaria; lo voy a hacer desde el llano. Con la misma voluntad, con la misma vocación, con la misma firmeza y el mismo compromiso que tuve en mi larga vida militante. Y que voy a seguir defendiendo la Alianza, para que la Alianza siga siendo el instrumento que pueda mejorarles la vida a los argentinos, que eso es lo importante, todo lo demás, es anécdota; lo importante es que cumplamos con lo que le dijimos a la gente, que mejoremos su vida, su nivel de ingreso, su dignidad, su participación. Y siempre he creído que, para lograr estas condiciones, teníamos que tener otra política. Me da mucha vergüenza que un joven de 16, 17, 18 años sienta que la política sea similar al delito, sienta que los que hacemos política, y los que tenemos cargos, los tenemos para incrementar nuestro patrimonio. Me da mucha vergüenza que se sigan promocionando figuras que son las responsables de que la gente asocie la política al delito. No lo vamos a permitir. Y vamos a seguir luchando para cambiar esta situación. Muchas gracias.

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