“Por desgracia, aquellas ensoñaciones eran bellas. Coincidían con las
mismas que antaño me habían tentado a abandonarlo todo y seguir, más allá del Cáucaso,
las rutas septentrionales asiáticas. Aquella fascinación a la que el emperador
avejentado se entregaba como un soñambulo, Alejandro la había sufrido antes que
él, realizando casi los mismos sueños y muriendo por ellos a los treinta años.”
Marguerite Youcernar
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