“Entonces me convencí de que era necesario dar al público la
oportunidad de conocer ese mundo extrañamente optimista en que se puede
desenvolver un niño que carece de todo, menos de eso que sigue siendo el motor
del universo: la fe.”
Roberto Gómez Bolaños, El Diario del Chavo del ocho.
Que extraña sensación siente uno
cuando entendiendo que la obra sobrevive a su autor y que los artistas viven
para siempre en el pueblo que los consagró, conoce la noticia del
fallecimiento de alguien como Roberto Gómez Bolaños. Su partida nos deja huérfanos
de sonrisas, aquellas que niños y no tan niños dibujamos en nuestras caras al
ver el devenir de la vecindad que su pluma y actuación nos brindaron a lo largo
de 40 años. Chespirito se ganó un lugar en el corazón de varias generaciones. Muchas
de ellas crecimos creyendo que ante algún problema vendría en nuestra ayuda el
Chapulín Colorado, o deseamos que Don Ramón tuviera dinero para pagar la renta
y para darle al Chavo sus tan ansiadas
tortas de jamón. Incorporamos a nuestro vocabulario palabras de uso cotidiano
en México porque adoptamos a cada uno de sus personajes. El viernes pasado ese
gigante chaparrito pasó a la inmortalidad. En estos días el Distrito Federal en
el Estado Azteca, y toda América Latina y el mundo rinden homenaje a Don Roberto.
Chespirito, no se fue, él vivirá por siempre en todo aquel que interprete las
palabras de Chaplin: “Un día sin risas, es
un día perdido.”
2 comentarios:
No hay anuario de 2014? Una lástima, son excelentes :(
La Pajarito estudiouccello@yahoo.es
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